jueves, 11 de noviembre de 2010

Recuperación de la memoria histórica

Actualmente un problema como el secuestro, entre otros más que afectan a Colombia se están viendo reducidos a tristeza y recuerdos privados de familiares, mientras que el resto de la sociedad se acostumbra a estos problemas y elige olvidarlos. Solo recuerdan que se presentan secuestros cuando alguien es liberado y los medios de comunicación presentan desde varios puntos de vista este suceso. Se deben observar y analizar estos problemas que aquejan a Colombia mostrándolo como algo histórico que tiene relación directa con nuestro presente.

Como decía alguna vez el coronel Luis Hernando Mendieta secuestrado por las FARC “No es el dolor físico el que me detiene, sino la agonía mental, la maldad del malo y la indiferencia del bueno”.

Esto es principalmente a lo que nos referimos anteriormente, por qué tanta indiferencia ante un problema que nos afecta a todos. Podemos llegar a la conclusión de que al tener como referencia que Colombia es en la actualidad el país con mayores niveles de secuestro en el mundo y que el hecho de convivir con dicho problema lo convierte en un tema desde el cual se construyen pautas de comportamiento, entonces el problema del secuestro se convirtió en algo normal para nosotros. Ahí es donde fallamos al pensar que el secuestro es algo normal y que no se puede hacer nada para evitarlo.

Entonces es importante la recuperación de la memoria historia, entendiéndola como una reconstrucción social y dialéctica, en donde se gestan elementos constitutivos de la identidad social de un pueblo, que son indispensables para la reconstrucción del tejido social abatido por la violencia sociopolítica, en este caso especifico el secuestro. Hay que abordar la la realidad del secuestro como un proceso histórico, es decir, mediante la acción que les da poder a las víctimas y a sus familiares, de decir y decirse justicia y que va moldeando un conjunto de actitudes prácticas, cognitivas y afectivas, que posibilitan una verdadera reconciliación social. La salud mental de las sociedades donde se ha dado, permitido y amparado la violencia pasa por la recuperación de la memoria histórica. Los intentos de todas aquellas personas o instituciones que no desean que las desapariciones, las masacres y las torturas queden relegadas al olvido, lejos de caldear ánimos y reabrir heridas ya cicatrizadas, vienen a cerrar esas heridas, que han permanecido abiertas, y a reforzar la cohesión y el orden social.

A raíz de las acciones violentas por las que atraviesan sociedades como la colombiana, se desarrollan traumas psico sociales que se pueden explicar como el resultado de mucho tiempo de aislamiento social o de estar expuesto a tortura psicológica. Por este motivo estos traumas son analizados por los psicólogos sociales para comprender específicamente que traumas se causan y como repararlos. De esta manera surge la memoria histórica como una reconstrucción del por qué, cuando, donde, etc. acerca del secuestro. La memoria histórica debe tener la intención de reparar el tejido social dañado por una problemática social como el secuestro, que se debe analizar desde una perspectiva en donde es necesario estudiar la memoria historia de la víctima, ayudarlo a confiar nuevamente en su sociedad, en aceptar lo que sucedió y reparar sus daños para que esta puede reingresar a la vida, mediante el análisis de los traumas que posee la persona a raíz de su secuestro. Hay que afrontar la violencia como un problema público, en este sentido político y comunitario, en un momento histórico particular y en un contexto específico.

sábado, 30 de octubre de 2010

PROBLEMÁTICA ESCOGIDA= REHENES Y SECUESTRADOS

Para analizar correctamente esta problemática de los rehenes y secuestrados en Colombia. Primero haremos una contextualización teórica de los lineamientos establecidos por el Derecho Internacional Humanitario sobre el secuestro. Seguido de esto presentaremos una contextualización del tema del secuestro en Colombia, y para finalizar un análisis acerca del trauma psicosocial de acuerdo a la problemática del secuestro retomando los planteamientos desarrollados por Ignacio Martín Baró.

CONCEPTUALIZACION TEORICA Y CONTEXTUALIZACIÓN DEL SECUESTRO Y TOMA DE REHENES EN COLOMBIA

El problema escogido por nosotros es el secuestro y la toma de rehenes. El secuestro es la privación de la libertad por vía extralegal, que se ha convertido, en la violación de los derechos fundamentales de la persona razón por la cual a continuación se analizara la evolución de dicha norma.
El secuestro, entendido por la legislación colombiana como "toda retención en contra de la voluntad de las personas, con el propósito de pedir a cambio de su libertad una utilidad específica o para sacar algún provecho" (artículo 169 Código Penal), constituye uno de los tipos de violación más grave.

En la historia de Colombia encontramos el secuestro de la niña Elisa Eder, ocurrido en 1933. Para el momento se habla de "rapto", Pero no se utiliza el término secuestro con la carga simbólica que hoy adquiere, Conducta para la fecha no representada en el ordenamiento penal colombiano. "Sólo en 1936 en el Código Penal, aparece la tipificación de éste" (Rubio, 2003, 8).
Años después, en 1965 tiene lugar el secuestro del industrial vallecaucano y ex ministro Harold Eder (padre de la niña "raptada" en 1933), que fue privado de la libertad en su finca. Este acto alcanzó proporciones nacionales; se percibía el incidente "como un atentado a la seguridad nacional". La dimensión política de esta acción se confirmó con la atribución de su responsabilidad "al grupo comandado por Manuel Marulanda, del cual surgirán un año más tarde, las FARC".

En la década de los 80, El M-19 se toma la Embajada de República Dominicana en Bogotá. En la acción el M-19 secuestró a diplomáticos de numerosos países que departían en una fiesta conmemorativa de la independencia de la República Dominicana. Después de la creación de estos grupos guerrilleros y paramilitares es que en Colombia se empezó a vivir el problema de secuestros constantes y masificados.
Las víctimas de estos secuestros no gozan de ninguna protección conforme a la ley, mucho menos de recursos legales frente a las acusaciones falsas o los abusos, y sus familiares tampoco pueden defenderlos.
Estas violaciones se considerarían desapariciones forzadas de acuerdo con el derecho internacional de derechos humanos si fueran cometidas por agentes del estado o grupos particulares en representación o con el apoyo de dichos agentes. El hecho de que estas acciones no constituyan actualmente una violación de tratados específicos de derechos humanos no debe invitar, sin embargo, a ningún tipo de confusión sobre su carácter. Los secuestros son abusos graves a los derechos humanos independientemente de las cuestiones técnico-jurídicas o semánticas que susciten. Constituyen además violaciones flagrantes de las obligaciones de las FARC-EP conforme al derecho internacional humanitario. Se trata de violaciones a disposiciones claves del artículo 4 del Protocolo II, que prohíbe los atentados contra la vida, la salud y la integridad física o mental de las personas, la tortura y los malos tratos.
En relación con los derechos fundamentales (la integridad y la libertad personal) y el Derecho Internacional Humanitario. Según la Ley 40 de 1993, existen dos modalidades de secuestro: secuestro Extorsivo, que incluye secuestro con fines económicos y/o con fines políticos; y secuestro simple.
La toma de rehenes viola el derecho internacional humanitario, en particular el apartado 1(b) del artículo 3 común a los Convenios de Ginebra y el artículo 4(2)(c) del Protocolo II. En Colombia, los actos que se califican de toma de rehenes de acuerdo con el derecho internacional humanitario se conocen comúnmente como "secuestros."

ANÁLISIS ACERCA DEL “TRAUMA PSICOSOCIAL” DEL SECUESTRO Y TOMA DE REHENES EN COLOMBIA

Estas consecuencias, consideradas científicamente Traumas psicosociales se pueden explicar como el resultado de mucho tiempo de aislamiento social o de estar expuesto a tortura psicológica. Son muy pocos los secuestrados que al haber sido liberados o rescatados no sufren ninguna de estas consecuencias. Aquellas personas que estuvieron largos periodos de tiempo en cautiverio les es muy difícil adaptarse de nuevo a la vida en general.
Se presentan distintas consecuencias psicológicas a raíz de un secuestro: locura, miedos inseguridad, agresividad, rechazo, amargura, inestabilidad emocional, desesperación.
Según Ignacio Martin Baro una problemática social como el secuestro se debe analizar desde una perspectiva que obliga a pensar a los psicólogos sociales y analizar los problemas de salud mental o física, en particular aquellos derivados de la violencia, como fenómenos personales, a históricos y des contextuados y posteriormente afrontar la violencia como un problema público, en este sentido político y comunitario, en un momento histórico particular y en un contexto específico.
Primero los problemas fundamentales de Latinoamérica o Colombia se deben principalmente a una injusta estructuración de sus sistemas sociales. Sociedades pobres, en donde se presentan desigualdades; sometiendo a los pueblos a condiciones miserables que permiten que solo unas pequeñas minorías disfruten de todo tipo de comodidades. En Latinoamérica la mayor parte del pueblo nunca ha tenido satisfechas sus necesidades más básicas de alimentación, vivienda, salud y educación. Un segundo reto que deben afrontar es la situación de guerra que se vive en estos países. Las consecuencias de esta violencia constante se proyectan en un estancamiento económico, social y político. El tercer desafío es la idea de seguridad nacional que se presenta en estos países, la existencia de que los países deben someterse a la lógica de la confrontación total.

Martín Baró señala que las ciencias sociales deben estudiar todos estos hechos, a partir del hecho de que son personas o grupos los que están detrás de estas acciones. Personas sometidas a los determinismos y condicionamientos que operan para determinar cualquier conducta en relación con su familia, hijos o equipos de trabajo y que por eso podemos comprenderlos y analizarlos, intervenirlos y confrontarlos.

lunes, 16 de agosto de 2010

IGNACIO MARTÍN BARÓ


Nació el 7 de noviembre de 1942. Fue psicólogo y sacerdote jesuita quien dedicó la mayoría de sus trabajos a la investigación de la difícil realidad social y política de El Salvador. Aquí mismo lucho por los Derechos Humanos, la igualdad y la justicia social en dicho país. Denominado padre de la Psicología Social de la liberación y principal referente de la Psicología Social Latinoamericana.

El 28 de septiembre de 1959, entró en el noviciado de la Compañía de Jesús de Orduña. Después, lo trasladaron al noviciado de Villagarcía y de ahí lo enviaron al de Santa Tecla, en El Salvador, donde hizo su segundo año de noviciado. A finales de septiembre de 1961, fue a Quito, donde estudió humanidades clásicas, en la Universidad Católica; sin embargo en 1962, estaba en la Universidad Javeriana, en Santafé de Bogotá, donde estudió filosofía y dos años después licenciatura.

Interrumpió sus estudios en 1966, fue destinado al Colegio Externado. Ahí fue profesor e inspector durante dos años; pero, en 1967, dio algunas clases en la UCA. Ese mismo año fue a estudiar teología en Frankfurt, pero poco después se trasladó a Lovaina. Obtuvo el bachillerato en teología en Eegenhoven, en 1970. El último de los cuatro años de teología lo hizo en San Salvador.

Durante su estancia en Bogotá se sintió atraído por la psicología y se dedicó a leer todo lo que encontró sobre el tema. Al concluir su cuarto año de teología en San Salvador, Martín Baró continuó sus estudios de psicología, en la UCA. En 1971 y 1972 enseñó psicología en la Academia Nacional de Enfermería en Santa Ana, El Salvador. Entre los años de 1971 y 1974 fue Jefe del Comité editorial de la revista Estudios Centroamericanos y fue director. En 1975 obtuvo la licenciatura. Entre 1972 y 1976 fue profesor de psicología.

En 1977 obtuvo la Maestría en Ciencias Sociales en Chicago University. En 1979, recibió el título de doctor en psicología social y organizativa en la misma universidad. En la tesis de maestría trató de las actitudes sociales y los conflictos grupales en El Salvador y en la de doctorado, sobre la densidad demográfica

Terminados sus estudios, regresó a San Salvador y a la UCA, donde reanudó su actividad docente. Desde 1981 fue Vicerrector Académico y miembro de la Junta de Directores.

En 1982, la Junta de Directores lo designó jefe del Departamento de Psicología. En 1986, fundó y dirigió el Instituto Universitario de Opinión Pública. Era miembro de la American Psychological Association y de la Sociedad de Psicología de El Salvador; asimismo, era vicepresidente para México, Centroamérica y el Caribe de la Sociedad Interamericana de Psicología.

El creyó que los estudiantes de psicología deberían aprender a analizar el comportamiento humano en los contextos específicos en los cuales se desarrollaban y no en escenarios artificiales.

Su oposición en El Salvador procedió en su asesinato por el ejército salvadoreño en el año 1989 en su residencia en la UCA junto a otros cuatro religiosos jesuitas y dos empleados. Su asesinato marcó un punto crucial en la guerra civil salvadoreña. Por un lado se produjo un incremento de la presión internacional sobre el Gobierno para firmar un Acuerdo de paz con los guerrilleros (FMLN). Por otro lado, impulsó que la obra de Martín-Baró sea conocida alrededor del mundo ya que hasta ese momento sólo era reconocida en el mundo hispano y en algunas partes de Estados Unidos.

Ignacio Martin Baro fue un personaje muy importante en la historia, gracias a sus valiosos estudios y aportes a las sociedades en conflicto constante. Este psicólogo encuentra en sus planteamientos un ideal claro de pensamientos y cualidades que concientizan a las personas del conocimiento social, relaciona directamente la psicología con el compromiso social, es decir, lo denominado científico con las sociedades. Se refiere fundamentalmente a una psicología estrechamente relacionada al pueblo y a su capacidad para la liberación política, económica y social. Este personaje no se dedico únicamente a identificar los distintos problemas sociales que sufrían diferentes naciones, específicamente El Salvador, en cambio dedico esfuerzos y años de estudio y experiencia a generar teorías e ideas para disminuir o eliminar estos problemas. Gracias a sus estudios y obras, y a su perspectiva única de ver las cosas este psicólogo y filósofo influencio notoriamente a posteriores autores en sus pensamientos e ideales sobre las diferentes teorías sobre la realidad social hasta la actualidad.