Actualmente un problema como el secuestro, entre otros más que afectan a Colombia se están viendo reducidos a tristeza y recuerdos privados de familiares, mientras que el resto de la sociedad se acostumbra a estos problemas y elige olvidarlos. Solo recuerdan que se presentan secuestros cuando alguien es liberado y los medios de comunicación presentan desde varios puntos de vista este suceso. Se deben observar y analizar estos problemas que aquejan a Colombia mostrándolo como algo histórico que tiene relación directa con nuestro presente.
Como decía alguna vez el coronel Luis Hernando Mendieta secuestrado por las FARC “No es el dolor físico el que me detiene, sino la agonía mental, la maldad del malo y la indiferencia del bueno”.
Esto es principalmente a lo que nos referimos anteriormente, por qué tanta indiferencia ante un problema que nos afecta a todos. Podemos llegar a la conclusión de que al tener como referencia que Colombia es en la actualidad el país con mayores niveles de secuestro en el mundo y que el hecho de convivir con dicho problema lo convierte en un tema desde el cual se construyen pautas de comportamiento, entonces el problema del secuestro se convirtió en algo normal para nosotros. Ahí es donde fallamos al pensar que el secuestro es algo normal y que no se puede hacer nada para evitarlo.
Entonces es importante la recuperación de la memoria historia, entendiéndola como una reconstrucción social y dialéctica, en donde se gestan elementos constitutivos de la identidad social de un pueblo, que son indispensables para la reconstrucción del tejido social abatido por la violencia sociopolítica, en este caso especifico el secuestro. Hay que abordar la la realidad del secuestro como un proceso histórico, es decir, mediante la acción que les da poder a las víctimas y a sus familiares, de decir y decirse justicia y que va moldeando un conjunto de actitudes prácticas, cognitivas y afectivas, que posibilitan una verdadera reconciliación social. La salud mental de las sociedades donde se ha dado, permitido y amparado la violencia pasa por la recuperación de la memoria histórica. Los intentos de todas aquellas personas o instituciones que no desean que las desapariciones, las masacres y las torturas queden relegadas al olvido, lejos de caldear ánimos y reabrir heridas ya cicatrizadas, vienen a cerrar esas heridas, que han permanecido abiertas, y a reforzar la cohesión y el orden social.
A raíz de las acciones violentas por las que atraviesan sociedades como la colombiana, se desarrollan traumas psico sociales que se pueden explicar como el resultado de mucho tiempo de aislamiento social o de estar expuesto a tortura psicológica. Por este motivo estos traumas son analizados por los psicólogos sociales para comprender específicamente que traumas se causan y como repararlos. De esta manera surge la memoria histórica como una reconstrucción del por qué, cuando, donde, etc. acerca del secuestro. La memoria histórica debe tener la intención de reparar el tejido social dañado por una problemática social como el secuestro, que se debe analizar desde una perspectiva en donde es necesario estudiar la memoria historia de la víctima, ayudarlo a confiar nuevamente en su sociedad, en aceptar lo que sucedió y reparar sus daños para que esta puede reingresar a la vida, mediante el análisis de los traumas que posee la persona a raíz de su secuestro. Hay que afrontar la violencia como un problema público, en este sentido político y comunitario, en un momento histórico particular y en un contexto específico.